viernes, 7 de agosto de 2015

LOS DIFERENTES CUERPOS

Intentemos describir que es un ser humano atendiendo a sus estructuras, desde las más densas hasta las más sutiles:

Cuerpo Físico.

Es la parte más densa del ser humano; lo que conocemos como cuerpo material. Aquí están los huesos, músculos, vísceras, glándulas endocrinas, sistema nervioso, sistema circulatorio, ligamentos, cabello, etc.

Cuerpo Energético.

Es una parte del ser humano mucho menos densa que la parte material. Es un entramado de circuitos (meridianos de acupuntura, nadis) por el que circula la energía que se conoce como chi, ki, prana, etc. Según las culturas. Esta energía es la que da vitalidad a su contraparte material y además mantiene unida la materia al hacer de molde de ésta.
El cuerpo energético sobresale unos pocos centímetros del cuerpo físico y lo interpenetra de manera que toda parte orgánica material tiene una contraparte energética que lo anima y lo conforma, ocupando el mismo espacio.
Si a una persona le quitan la vesícula biliar por problemas de salud a nivel digestivo, su contraparte energética podría seguir activa de manera que podría empezar a padecer los típicos dolores de cabeza por una mal función energética de ese órgano que energéticamente aún permanece en el cuerpo. Algo parecido a cuando seguimos sintiendo el dolor de una extremidad amputada, fenómeno conocido como dolor del miembro fantasma.

Cuerpo Emocional.

Es un cuerpo más sutil (menos denso) que el cuerpo energético. Espacialmente hablando, se extiende mucho más allá del cuerpo energético y ya no tiene un contorno fiel al cuerpo físico, sino que es ovoide. Al igual que el cuerpo energético, también interpenetra a los 2 anteriores llegando hasta la última célula del cuerpo físico. En este cuerpo se gestiona la energía emocional.

Cuerpo Mental.

Es un cuerpo todavía más sutil que el cuerpo emocional. Se extiende más allá del límite del cuerpo emocional y su forma es también ovoide. Al igual que los anteriores, también interpenetra a los demás cuerpos. Este cuerpo gestiona la energía mental: ideas, pensamientos, creencias, etc.

Cuerpo Espiritual.

Este cuerpo es un conglomerado de varios otros cuerpos cada vez más sutiles y más expandidos (hasta el infinito), que por resumir y por la dificultad de la mente humana para conceptuarlos, lo llamamos cuerpo espiritual. Digo infinito porque llegaría hasta un punto en el que todas las cosas de la creación serían una misma cosa. Las energías que se gestionan en este cuerpo, son las más sutiles que puede haber.
En resumen un ser humano, al igual que todas las demás cosas que existen, en su parte más sutil forma parte estructural de un Campo totipotencial no manifestado. En la medida que pasa de la no manifestación a la manifestación, se empieza a desplegar una infinita gama de energías cada vez más densas, hasta llegar al cuerpo físico que todos conocemos.
El conjunto de todos estos cuerpos sutiles (radiación electromagnética de diferentes grados frecuenciales) que envuelven al cuerpo físico es lo que conocemos como Aura. Incluso en laboratorio se puede comprobar la existencia de campos electromagnéticos que rodean al cuerpo físico a 3 metros de distancia como es el caso del campo electromagnético cardíaco.

Todos estos diferentes cuerpos se intercomunican entre sí, los cuales producen Centros Energéticos (hay 7 principales situados en la columna vertebral y muchos más secundarios y menores) donde confluyen las diversas energías que nos conforman, y acaban comandando las glándulas más importantes del cuerpo físico y los plexos nerviosos cercanos.
De esta manera, un pensamiento de traición puede alterar la fisiología de una manera muy precisa cambiando instantáneamente a través de alguna glándula la bioquímica del cuerpo. Una emoción como el miedo puede provocar otro tipo de respuesta fisiológica muy precisa y diferente a la anterior, etc.
Además hay otros elementos como los nadis y los meridianos de acupuntura que conducen ciertos tipos de energías (las más densas) necesarias para el funcionamiento correcto de la células. También se sabe que en el cuerpo humano hay sustancias que actúan como semiconductores y superconductores, de manera que todo el cuerpo está a tiempo real “informado” de todo lo que pasa en cualquier punto del mismo.
De la misma manera que los diferentes virus y bacterias que tenemos en el cuerpo (cuando todo está en equilibrio) se ubican por resonancia en sitios muy precisos y no en otros, los conflictos que tenemos a nivel mental y emocional, que afectan al cuerpo físico de una forma superselectiva atendiendo al tipo de conflicto que se tiene. Además Siempre atendiendo a una lógica de adaptación y evolución: el sentido biológico.
Básicamente se trata de que un conflicto que a nivel mental o emocional no lo podemos gestionar adecuadamente y para nosotros es un problema importante, nuestra biología activa programas inconscientes como solución biológica a aquello que está en la mente o en el cuerpo emocional.
Por ejemplo, tenemos 50 años y nos despiden de la empresa. Si dada nuestra configuración (es totalmente subjetivo e inconsciente) nos obsesiona la idea de cómo voy a mantener a mi familia y a mí mismo, el cuerpo, como solución biológica podría hacer crecer las células del hígado y de esa manera tener la capacidad de aprovechar mejor los alimentos que tomemos.
A más células hepáticas, mas producción de bilis y de otras sustancias imprescindibles para hacer la digestión. Asi, en caso de carencia, el cuerpo ya está preparado para aprovechar al máximo los pocos alimentos de los que dispongamos. Este tipo de conflicto mental (energía mental), va interactuando a través (relacionado con el funcionamiento del páncreas, bazo, Higado, estómago, vesícula biliar,…) de las energías más densas hasta afectar a la circulación energética más densa y alterar la correcta función de las glándulas asociadas.
Si el nivel del conflicto es pequeño, la respuesta del organismo es menor, y si el nivel de estrés es terriblemente intenso en nosotros, podríamos llegar a generar un cáncer hepático muy agresivo. O sea, ante un mismo conflicto, según el nivel conflictual, el cuerpo responde con diferentes grados de solución biológica.
Por ejemplo: Tengo un marido con el que conscientemente quiero tener hijos, pero que inconscientemente no (porque vengo configurada con unos programas familiares inconscientes heredados que me lo impiden). Mi cuerpo, podría solucionar esa fricción entre el consciente y el inconsciente (El inconsciente siempre gana) generando un mioma. De esa manera, el útero que ya está ocupado por el mioma, no permite que se den las circunstancias fisiológicas que favorezcan la fecundación y la gestación.
Realmente, todo aquello a lo que llamamos enfermedad, es una solución que toma el cuerpo físico ante algo que sucede en nuestro inconsciente. De manera que cuando nos sucede algo en el cuerpo, mientras tomamos otro tipo de medidas paliativas, deberíamos preguntarnos Para qué mi cuerpo ha tomado esa resolución. Quizás así podríamos llegar al origen de lo que nos pasa y ponerle solución.
Si conseguimos hacer cambios a nivel inconsciente de manera que, lo que antes era un conflicto para nosotros ya no lo sea, la enfermedad (solución biológica) deja de tener sentido y desaparece sola.

CÓMO SE INSTALAN LOS CONFLICTOS EMOCIONALES EN EL CUERPO

La mente y el cuerpo están íntimamente relacionados, es algo que la medicina alternativa y las tradiciones milenarias de todo el mundo lo sabe desde siempre. Pero incluso la medicina ortodoxa, sabe que una úlcera de estómago puede ser producida por estrés, se te puede caer el cabello por la misma razón, etc. Pero no terminan de creer que una diabetes se instala en el cuerpo siguiendo los mismos mecanismos que la úlcera, o un cáncer, o una psoriasis, o un dolor de cabeza.
El que unas pocas cosas si se puedan somatizar y todas las demás no, es el resultado del control que tiene la industria farmacéutica sobre las universidades de medicina, sobre las investigaciones y sobre los profesionales de la salud. No hay que olvidar que una de las industrias más lucrativas del mundo es la farmacéutica. Si la “Nueva Visión” (se conoce hace miles de años en algunas culturas) de las enfermedades se extendiese totalmente, habría que buscar nuevas vías de tratamiento: la psicología y todas aquellas terapias que son afines a ésta, con el consiguiente resultado nefasto para las arcas de las multinacionales farmacéuticas.
Hay que encontrar los conflictos emocionales y resolverlos para que la enfermedad deje de existir espontáneamente al perder su sentido biológico (que lo tiene Siempre).
Por ejemplo; muchos padres y madres con hijos adolescentes han experimentado alguna vez de algún modo:
Son las 4 de la madrugada y tu hijo te ha dicho que regresaría a las 2. Su celular está fuera de servicio y llevas un buen rato preocupado mirando desde la ventana a ver si aparece. De repente se oye el estruendo de un accidente de coche en la calle de al lado (la cual no se ve desde tu ventana), y empieza el trasiego de sirenas de policía y ambulancias. En un momento y debido al miedo de que pudiera ser tu hijo, la fisiología de tu cuerpo se vuelve loca; adrenalina al tope, frecuencia cardíaca y respiratoria por las nubes,etc..
Si a los pocos minutos aparece tu hijo perfectamente, todo habrá quedado en un gran susto del que tu cuerpo tendrá que reponerse (en función de tu sensibilidad), pero si aparece a las 8 de la mañana y está perfectamente, el daño en tu cuerpo será mayor. Y si has tenido la desgracia de que en ese accidente estaba tu hijo, entonces el shock ya es brutal.
Pero el tema no es la estrecha relación Cuerpo-Mente, sino los mecanismos por los cuales los conflictos se instalan en el cuerpo. Y aquí hay que empezar a hablar de qué es un ser humano.

El ser humano es una computadora biológica

Se puede considerar al ser humano como una computadora (porque funcionamos con programas) biológica (porque tenemos un cuerpo biológico). Esta computadora biológica utiliza los 5 sentidos para desenvolverse en nuestra realidad e interactuar con ella.

Tenemos la vista, por ejemplo, que recoge apenas un 0,05% de todo el espectro electromagnético. El tacto, por otra parte nos da una idea que realmente es una fantasía: no existe la materia sólida tal y como la imaginamos. Todo en el universo son campos de fuerza que interactúan, nada se toca con nada Nunca, básicamente porque no existe eso que llamamos materia como tal (todo está compuesto de espacio vacío). Y así con todos los sentidos…
Lo que realmente ocurre es que nuestros sentidos recogen unas señales electroquímicas y electromagnéticas, las llevan por el sistema nervioso al cerebro, y allí hacemos una Interpretación de dichas señales y nos montamos una película concreta.
Hay estudios psicológicos que demuestran que, de la información que recogen nuestros sentidos, añadimos y quitamos cosas para que puedan encajar con nuestras Creencias (programas).
Por ejemplo, si alguien nos cae mal y nos dice algo, aunque sea algo totalmente correcto o neutro, cogemos esa información y la pasamos por nuestros filtros (prejuicios) e interpretamos algo totalmente diferente del mensaje inicial, algo que nos reafirma en nuestras creencias sobre esa persona. Y así vamos por la vida, ajustando toda la información que recibimos en base a nuestras creencias (programas) en el fondo inconsciente.

La culpa se manifiesta de diversas formas:

  • Quienes se sienten culpables de todo lo ocurrido, incluso si no es su responsabilidad.
  • Quienes culpabilizan a los demás de todo lo ocurrido para liberarse de la cuota de responsabilidad individual.
  • Quienes ponen la responsabilidad en las circunstancias pensando que nadie tiene la culpa de nada sino que son las situaciones del medio las que determinan los comportamientos.
Evidentemente, cualquiera de estas expresiones de la culpa son igualmente negativas y dañinas para la persona ya que las responsabilidades se difuminan y seremos incapaces de tomar las riendas de nuestra vida.
En muchas ocasiones (sobre todo cuando éstas desbordan nuestros recursos psicológicos), nos vemos sumergidos en la culpa. El problema en sí no radica en no sentir la culpa (porque sobre esto no podemos accionar) sino en manejar estos sentimientos y afrontarlos desde una perspectiva positiva. Para lograrlo es esencial que asumamos algunos pasos:

1. Abandonar el pensamiento polarizado y asumir una postura más flexible.

Para esto el mejor ejercicio es pensar en los aspectos positivos y negativos que encierra cada situación a la cual nos enfrentamos cotidianamente.
Apreciando las diversas facetas de las situaciones y comportamientos podremos percatarnos que la vida no es en blanco y negro sino llena de matices.

2. Hallar las causas de los sentimientos de culpa desarrollando un diálogo interior.

Este diálogo interior (siempre que sea sincero) nos develará algunas ideas irracionales de causa y efecto. Por ejemplo, la madre experimenta sentimientos de culpa porque estaba en el trabajo mientras el hijo sufría un accidente doméstico bajo la supervisión de la cuidadora.
La lógica nos indica que ella no tenía forma de presuponer o evitar el accidente y que necesita trabajar para poder mantener la familia, por ende los sentimientos de culpa son totalmente infundados. En muchas ocasiones la clave para eliminar la culpa radica en saber repartir las responsabilidades asumiendo aquella cuota que nos corresponde, pero no más allá.

3. Planificar el futuro.

Aún si asumimos nuestra responsabilidad en una situación y cometimos un error, lo más productivo es mirar al futuro y pensar en cómo podemos subsanar el daño. La culpa nunca es la solución porque nos encierra en la trampa del inmovilismo y el sufrimiento.
¿Tiene solución? Entonces, por qué te preocupas…
¿No tiene solución? Entonces, por qué te preocupas…
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CÓMO ELIMINAR EL SENTIMIENTO DE CULPA

El sentimiento de culpa es una emoción inmovilizante y destructiva, que puede aparecer en cualquier momento de la vida. Hay personas que tienen una especie de vocación por la culpa ya que no sólo se sienten mal por lo que han hecho sino incluso por lo que podrían llegar a hacer. Obviamente, éste no es un sentimiento agradable y haríamos cualquier cosa por desembarazarnos del mismo.
Las raíces de la culpa pueden rastrearse hasta la infancia; sobre todo si la persona tuvo que lidiar con padres o profesores que les hacían sentir culpables por cualquier cosa que hiciese mal. La frase:“deberías avergonzarte lo que acabas de hacer”, probablemente le suene familiar a más de uno.
Obviamente, todos cometemos errores de los cuales no estamos particularmente orgullosos pero mirar al pasado constantemente recriminándose por los mismos supone un gasto de energía innecesario que no nos reporta nada positivo. El sentimiento de culpa simplemente nos encierra en un “círculo masoquista”que se hace cada vez más estrecho.
En muchas ocasiones el sentimiento de culpa llega a ser tan fuerte que provoca signos físicos como la sensación de presión en el pecho, el dolor de estómago, un fuerte dolor de cabeza y sensación de peso en los hombros. A esto se le suman los pensamientos recurrentes de auto reproche, agresividad hacia uno mismo y un fuerte desasosiego. En la base del sentimiento de culpa se entrelazan diferentes formas de relacionarse con el yo.
Por ejemplo, la mayoría de las personas que experimentan constantemente el sentimiento de culpa tienen una baja autoestima y no se creen merecedores del amor o de las gratificaciones que le brinda la vida por lo que aprovechan el más mínimo error para auto castigarse. En el otro extremo, se encuentran las personas perfeccionistas para las cuales cualquier error es una buena excusa para auto reprocharse y criticarse constantemente.


Estas personas tienen en común un pensamiento rígido y polarizado. Es decir, aprecian el mundo en blanco y negro: las cosas o son buenas o son malas, o están bien o están mal. No saben apreciar la infinidad de tonalidades que existen entre estos dos colores porque su forma de pensar es demasiado estricta y estereotipada. Por ende, son prácticamente incapaces de analizar los aspectos positivos y negativos de una situación ya que tienden a mover la balanza en un solo sentido.
Otro aspecto esencial para comprender la culpa es la ruptura que ésta representa en nuestro sistema de valores. En otras palabras, experimentamos sentimientos de culpa cuando hacemos algo que se aleja de los valores que hemos asumido como justos y positivos. Sentimos culpa cuando nuestro comportamiento no cumple con nuestros cánones y, por ende, nos recriminamos.

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