miércoles, 28 de octubre de 2009

ALGO SOBRE EL CAMINO ROJO

LES COMPARTO ÈSTE BLOG DE UN HERMANO DANZANTE MUY JOVEN PERO QUE TIENE MUCHO DE RAZÒN...OJALA Y QUE COMO DICE....HAGAMOS QUE NOS VEAMOS, PARA LOS QUE NO COMPRENDEN EL TERMINO "ESPEJO HUMEANTE" ES EL VERNOS DENTRO DE NOSOTROS TAL CUAL SOMOS... ACEPTAR NUESTROS ERRORES...O COMO DIJERA BENEDETTI...."NO HAY QUE LLORARSE LAS MENTIRAS SIN CANTARSE LAS VERDADES".


“La desidia de la gente contrastaba con la voracidad del olvido, que poco a poco iba carcomiendo sin piedad los recuerdos”
Gabriel García Márquez


Y así, el hombre se volvió pez de un solo charco, pájaro encerrado en jaula de
oropel...

Confundido por el remolino del tiempo, harto de su desamparo, cansado de ser
como es, hundido en una cultura que no comprende y en la que intenta encajar
con frustrados esfuerzos.

Así es como el hombre y la mujer de Anáhuac se transformaron hasta casi
desaparecer.

Largo proceso de destrucción y despojo de nuestros pueblos, hoy, la historia se
repite de una manera tan absurda que parece se burlara la ironía. Su
incongruencia es reflejo del fuego con que se quemaron los libros sagrados, del
acero que perforó la tierna piel del Cemanahuac.

El danzante, guerrero de tantas conquistas, se deja vencer por la incongruencia de
sus actos. Se ha ladinizado tanto que ahora es él el que mira con indiferencia a los
pueblos indígenas, legítimos herederos de la cultura de los antiguos habitantes de
Anahuac.
Con sus manos trabaja la flor, con sus vísceras la marchita.

Con su voz eleva el dulce canto de la veneración antigua, pero lo quiebra con su
vanidad, indisciplina y debilidad por los excesos de occidente.

Hoy el danzante ha desamparado a su madre en la soledad que provoca su
incongruencia.

Así, el hombre y la mujer toman la cultura rescatada, la adaptan, la deforman, la
ponen al día haciendo de la tradición negocio, y del negocio una tradición de
aquellos que la miran confundidos por siglos de cínica insistencia.

Y allá, a lo lejos, esperan las flores. Esperan con un dejo de tristeza los pies
que las volverán camino. Camino florido, camino espinado.

No queda mucho tiempo. Estén alertas. Dentro de poco el hombre común será
parte de una encrucijada de sentimientos. Odio, intolerancia y sus violentos hijos,
que, cansados de ser siempre los culpables, tomarán forma humana para no
volver jamás al día en decidieron nacer.

Pero hay esperanza. Nuestros cantos, nuestras flores deberán ser esparcidas con
el amor del ejemplo.

Que el respeto no sea meta sino camino. Que la veneración sea guía, el
compromiso menos, la conciencia más y que los hombres y mujeres rezumben
como latido de un mismo corazón.

Que el colibrí que nos amanece cada día lo haga sin la tristeza de quien ve a sus
hijos enfermos de codicia.

Qué verá el Sol que mañana nacerá. Qué será de aquellos que viven en la tierra.

“Al menos dejemos flores, al menos dejemos cantos”. Nosotros somos la flor, la
vida el canto. Qué canto dejaremos al irnos.

Si como bellas flores compartimos el destino de florecer y marchitarnos,
apresurémonos a aprender y transmitir la vida florida: la cultura de nuestros
abuelos.

¡Mexicanos! Descansen el chimalli y la filosa lanza de obsidiana. Empuñen el
espejo humeante y dejen que les muestre la cara de su incongruencia. Que águila
y jaguar se sumerjan en la batalla de la introspección. Que se desprendan del
parásito que les envuelve la conciencia. Aquel al que alimentamos con nuestra
mentira, crueldad, ambición y deslealtad, néctar de la desarmonía.

Huehuetlacatl, toma con amor los ritos del pasado. Trata con cariño y veneración
al Huehuetl que se pudre en el latir de un ritmo que no es el suyo.

Popocihuatl, eterna princesa de luz. Nunca el fuego inhalará malas miradas. Que
nunca mas muera evocando, entre suspiros, la gloria de mejores tiempos. Tú eres
guía, tú eres luz, eres tea. Nunca te has de apagar. No te obscurezcas.

Danzantes, nuevos guardianes de la tradición, no nos estanquemos en el recuerdo
del esplendor de primaveras pasadas. Es hora de que el Sol nuevo vea a sus
collares de jade, a sus plumas preciosas cuidando y venerando a su madre,
respetándose, y en humilde silencio entonando sus manos al son del trabajo y la disciplina.

Es momento de que el Sol vuelva a la risa y el sueño viendo que su sangre, su
retrato se esfuerza por dejar atrás el polvo, la basura.

Sudemos limpio, seamos luz, jade brillante, pluma preciosa, tea incansable. Que
los excesos regresen de donde vinieron. Que la tradición que es para nosotros
gran tesoro, que es jade, que es turquesa, nunca se acabe ni deje de parir hijos
dignos y puros.

Y al final, el hombre y la mujer de Anáhuac, todos por igual, cola y ala, mano y pie,
decidieron regresar al origen (antes lo hicieron, después lo volverán a hacer),
desatando nudos, quitando velos, “festejando el cuerpo”. La dualidad. Ojalá nunca
se marchitaran.

Tan solo somos flor de un solo día. Seremos jades, seremos anchos plumajes de
quetzal, azules guacamayas luciendo sus corolas, preciosos colibrís que, al final,
no dejaran mas que su palabra, su flor y su canto.

-Acatzin Arenas Fernández

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