Por Yolanda Silva Solano.
Nos hemos acostumbrado a vivir con el mal del estrés, que es tan maligno como la Gripe AH1N1 pues se ha enquistado silenciosamente, en una población que se ve amenazada a diario por situaciones amenazadoras y desafiantes y que le producen la enfermedad del momento, por la cual se están dando más licencias médicas, debido a las circunstancias externas que nos rodean y a nuestra poca capacidad de manejar los problemas y las situaciones de cambio a que nos vemos enfrentados ante la prisa de sobrevivir.
Cuando nos sentimos más cansados, tensos e irritables, lo primero que tenemos que hacer es darnos un tiempo para nosotros mismos y reconocer lo que nos está pasando, porque cualquier problema se arregla mejor y más rápido cuando es reconocido a tiempo. “Debéis daros cuenta que la mejor manera de solucionar vuestros problemas enmarañados, consiste en alejarse de ellos por un tiempo. Así cuando volváis descansados después de un período de esparcimiento o adoración, podéis atacar el problema con la mente más clara y mano más firme y desde luego con el corazón más frío y resuelto. Muchas veces veréis que el problema se ha achicado de tamaño e importancia durante vuestro reposo de la mente y el cuerpo. Debéis aprender el valor del descanso y la eficacia del esparcimiento”1611
Para poder reconocer el estrés como tal, debemos estar atentos a las señales más frecuentes que son emociones de ansiedad, irritabilidad, miedo, fluctuación del ánimo, turbación y pensamientos de excesiva autocrítica, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, preocupación por el futuro, pensamientos repetitivos, excesivo temor al fracaso. Las conductas pueden ser tartamudez u otras dificultades del habla, llantos, reacciones impulsivas, risa nerviosa, trato brusco con los demás, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas. Aumento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, aumento o disminución del apetito y los cambios físicos: músculos contraídos, manos frías o sudorosas, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, perturbaciones del sueño, malestar estomacal, gripes e infecciones, fatiga, respiración agitada o palpitaciones, temblores, boca seca.
Estos síntomas no son iguales para todos, ni vienen de golpe, es la acumulación de ellos los que provocan la crisis que se transforma en estrés, pues él se origina como la demanda del organismo a las presiones del exterior, la solución es internalizar lo que nos está ocurriendo y buscar en nuestro espíritu la solución al problema. Por eso, ante cualquier síntoma de estrés, lo primero que debemos hacer es, un alto en nuestra vida y darnos un tiempo para revisar que es lo que en verdad nos está pasando, porque todo conflicto es malo, en cuanto inhibe la función creadora de la vida interior, es una especie de guerra civil de la personalidad. Es la lucha o la insatisfacción entre lo que nos ocurre y nuestros deseos internos. “Cada vez que intentamos escapar al deber que nos impone la vida diaria, nos ponemos al instante en las manos de aquellas influencias que no están regidas por los poderes de la verdad, ni por las fuerzas de la justicia.” Escapar al deber es sacrificar la realidad de nuestra vida, lo cual nos divide y angustia
Todos los síntomas del estrés los podríamos controlar, si recordáramos que en medio de todos ellos, hay alguien que está deseando ayudarnos, pero que para hacerlo necesita nuestro pleno y libre consentimiento, ese Amigo íntimo y personal no está lejos, pues mora en nuestro propio corazón, por eso “Cuando se acumulan las nubes, vuestra fe debe aceptar el hecho de la presencia del Espíritu residente y así deberías poder contemplar más allá de las nieblas de la incertidumbre.1194 porque “en los momentos de prueba se revela el alma del hombre, la prueba revela lo que verdaderamente alberga el corazón” 1824 si en verdad nos sentimos hijos de Dios vamos a comprender que los problemas y las pruebas no son un castigo ni una maldición, sino que son los trampolines que nos ayudan a saltar los obstáculos y a crecer espiritualmente porque “la sabiduría del hombre nace de las pruebas y los errores de la experiencia humana.”58
El ser hijos de Dios, no nos libera de las problemas cotidianos, porque “la religión no funciona separada del individuo” 1778 el ser humano debe aprender a vivir en un planeta en donde la perfección es la meta, pero no su origen, sin embargo debe aprender a sortear el fracaso con hidalguía y las enfermedades con la resolución de sanar, porque “aun los problemas físicos de salud, se solucionan de mejor manera, cuando se les considera desde el punto de vista espiritual de las palabras del Maestro que nos enseñan que el cuerpo y la mente del hombre son la morada del Espíritu de Dios, que llega a ser el espíritu del hombre. “De esta manera la mente del hombre se vuelve mediadora entre las cosas materiales y las realidades espirituales” 1779
Para que nuestra mente actúe como poder sanador ante el estrés, es preciso que gracias a nuestra unión con nuestro espíritu, erradiquemos de nosotros el miedo que es nuestro peor enemigo porque nos paraliza y nos hace actuar en forma totalmente irracional, por algo Jesús nos advirtió: “no estés constantemente con ansiedad excesiva en cuanto a las necesidades diarias. No os atribuléis por los problemas de tu existencia, en todas estas cosas orando y suplicando con un espíritu sincero, despliega tus necesidades ante los ojos de tu Padre.”1640
El manejo del estrés requiere de cierto esfuerzo por parte de la persona, para hacer cambios emocionales y físicos, en vez de culpar a las circunstancias o a las otras personas. El grado de estrés y el deseo de cambiar, determinan el nivel de cambio que ha de realizarse y estos han de ser ejecutados cuando aparecen los primeros síntomas, porque de lo contrario, somos incapaces de reconocerlos y nos dejamos manipular por ellos. Es preciso que nuestro Yo Superior, ese que es capaz de sentirse hijo de Dios, sea capaz de manejar los múltiples yoes de nuestra personalidad, entre los cuales está el yo paranoico y asustadizo
Estos cambios emocionales y físicos, los debemos hacer en forma volitiva, conscientes que tal como nos lo decía Jesús debemos renacer, dejar de lado lo que nos preocupa y contactarnos con el Espíritu divino que en nosotros mora. Es preciso alejarnos del problema para poder verlo desde lejos con más objetividad. “Si te dejas conducir por el espíritu que viene de lo alto, muy pronto comenzarás a ver con los ojos del espíritu. Cuando esto ocurra y tú elijas de todo corazón seguir la dirección del espíritu, nacerás del espíritu, puesto que tu único propósito del vivir, será hacer la voluntad de tu Padre.”
Al encontrarte nacido del espíritu y feliz en el reino de Dios, comenzarás a rendir en tu vida diaria los frutos abundantes del espíritu.”381 Y entonces seremos capaces de derrotar no sólo al agotamiento del estrés sino a muchas otras enfermedades que tienen su base en el desorden emocional que da origen a que nuestras células pierdan su unidad, porque no debemos olvidar que la enfermedad no es otra cosa que la falta de orden de nuestras células, la cual puede manifestarse en cualquier órgano o tejido y es por eso que cada persona puede sufrir la misma enfermedad, pero su desarrollo se manifiesta en forma distinta, los síntomas son particulares, porque cada individuo es único, tanto en lo físico como en lo espiritual, y que es nuestra mente quien rige las reacciones de nuestro cuerpo.
De nosotros depende hacer de nuestro cuerpo, una red de inteligencia en vez de una máquina programada. Podemos mantenerlo saludable y renovado o dejar que la entropía lo vuelva decadente, podemos hacer esto y mucho más, porque cada pensamiento activa en nuestro cerebro una molécula, es decir que todo impulso mental automáticamente se convierte en una información biológica.
“Cuando una célula viviente se daña, dispone de la capacidad de elaborar ciertas sustancias químicas que están facultadas para estimular y activar las células normales adyacentes, de tal modo que ellas comienzan inmediatamente la secreción de ciertas sustancias que facilitan los procesos curativos en la lesión. La células normales, no lesionadas comienzan a proliferar y emprenden la creación de nuevas células para reemplazar toda célula compañera, que pudiese haber sido destruida.” 735
No hay bioquímica fuera de la conciencia, cada célula tiene conciencia de lo que uno piensa y siente. Mientras en nuestro cerebro continúen entrando percepciones nuevas, nuestro cuerpo podrá responder de diferentes maneras. “El día que los científicos de Urantia sepan más de estas curaciones, llegarán a ser más eficientes en el tratamiento de lesiones e indirectamente sabrán más acerca del control de ciertas enfermedades graves” 735, de hecho el cáncer y otras enfermedades ya están siendo tratadas en una forma que va más allá de los medicamentos. “Está desarrollándose el arte de ajustar las demandas convencionales de los acontecimientos humanos y está a punto de dominarse la técnica de utilización de la energía del impulso espiritual para mover el mecanismo del logro material.” 1405 por tanto la salud y la enfermedad dependen en gran parte del orden y la limpieza de nuestra mente.
Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia.